Este blog es un experimento, así que como tal tiene un objetivo. El objetivo de Diario-Ideario es aprovechar las herramientas que brinda la tecnología de hoy en día y hacer un ejercicio intelectual para expresar opiniones sobre temas de actualidad.
El resultado del experimento serán sus respuestas. :)

martes, 15 de enero de 2013

Vivir en un país en vías de desarrollo

México es un país con un promedio de ingreso per cápita de $14,700 usd, ocupando el lugar número 86 del ranking mundial. Sin embargo si vemos los números de los ingresos macro-económicos los números son más alentadores: $1.667 trilliones usd (según los datos más recientes de CIA World Factbook) ocupando el lugar número 12 en comparación con el resto de los países del mundo. Si seguimos haciendo números la diferencia entre 86 y 12 es de 64, lo cual refleja la inequidad de la repartición de la riqueza entre la población. 

Para ver la mala pésima distribución de los recursos entre los mexicanos no tenemos que consultar una fuente internacional, simplemente abrimos la puerta de nuestra casa hacia cualquier dirección y se pueden observar claramente la pobreza y la riqueza, lamentablemente la pobreza es más común. 

Salgo de mi casa, me gusta caminar así que casi a todas partes voy a pie observando lo que a mi consideración es interesante en mi colonia; los niños que van a la escuela perfectamente bien peinados y seguramente bañados, acompañados de sus madres, sus padres, sus abuelas o sus hermanos mayores. Sigo caminando y veo a las señoras en  la carnicería comprando lo que en unas horas estará listo en la mesa para la comida, más adelante hay vendedores ambulantes, venden ropa usada y zapatos de segunda mano. Bajo por el callejón y veo una niña de aproximadamente 11 años en pijama en la calle, quiero pensar que va a la escuela vespertina... Ya en el centro paso por la plaza frente al Palacio Legislativo, un edificio majestuoso estilo neoclásico por donde pasan hombres (sólo hombres, no mujeres) que seguramente son políticos, elegantemente vestidos saludándose unos a otros. En la fila del cajero está dos personas delante de mi un doctor muy popular a quien las personas reconocen y saludan al pasar aprovechando para hacer breves consultas. Camino nuevamente hacia el mercado para comprar la comida de Florentino, mi mascota, un conejo insaciable. El ruido de los camiones urbanos es ensordecedor, no son nuevos y son extremadamente voluminosos para una ciudad colonial con dos calles principales de un solo sentido. Es temprano, casi las 11... así que varios locales continúan cerrados. Llegando al mercado, la tendera come una torta al atenderme, no hay nada de maquinas de autoservicio de conejina, así que al estilo de las tiendas de raya, toma un cucharon de metal para poner la conejina en la bolsa y lo pesa en una báscula más o moderna para cerrarlo luego cerrar la bolsa manualmente con un nudo. Entro a un local donde la dueña conversa con una posible clienta a quien le dice "pasa ve lo que gustes, tengo tallitas y tallotas, bueno más bien tallitas". Esto se refiere a la ropa de talla "barbie" según la posible clienta de alrededor de 60 años que definitivamente no tiene cuerpo de barbie, como la gran mayoría de las mexicanas, no sólo de su edad, de cualquier edad. La dueña sigue platicando con alguién más que comenta sus pocas habilidades de convencimiento comercial, a ella no le inoportuna, "tanto tiempo y nunca me ha faltado de comer ni me he muerto de tristeza". Imaginé entonces que es viuda y ahora se hace cargo de su negocio que sea como sea es orgullosamente suyo. Camino hacia la parada del camión, es casi medio día y regresar caminando a casa implica una asoleada innecesaria habiendo transporte público. En el trayecto en transporte público siempre me entretiene, desde un niño de 6 años que quiere jugar conmigo, hasta las mujeres que se rehúsan a apretarse para que quepan más pasajeros en un espacio de 20 centímetros cuadrados. "¿Quieres que me suba al segundo piso?¿Quieres que le baile al tubo? ¿Me vas a cambiar a tu lugar? A lo que el conductor responde "Por eso no me gusta este horario ni esta ruta." Al camión se sube también un niño de menos de 6 años con menos suerte que el niño que quería jugar conmigo, a diferencia de él, el segundo no tiene uniforme ni va saliendo de clases, en su lugar vende collares con la llave de San Benito "a 10 pesos amiga". No pude dejar de conmoverme, estaba a punto de comprarle un collar, pero yo sé que es incentivar la explotación infantil. Nadie que viera le compró. Bajo del camión y dio gracias al conductor por dejarlo subir. Recuerdo muy bien su expresión, él en su papel muy serio. Quien lo manda definitivamente no tiene corazón, debería estar en clases, probablemente de ciencias naturales aprendiendo sobre el ciclo del agua y no vendiendo en los camiones vulnerable e indefenso. 

Para mi eso es vivir un día en un país en vías de desarrollo, ver la diversidad de personajes mexicanos que cada día hacen lo que pueden, con lo que pueden, me pregunto si desean lo que no pueden. 2013, empieza con 13 millones de mexicanos que viven en la marginación y con la inauguración del Instituto Nacional del Emprendedor... 

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